sábado, 27 de marzo de 2010

Sporting 2/1 Alaró

“La afición será el jugador número doce y eso les dará miedo” ¡En el partido, la afición estuvo fenomenal! Si siempre hicieran lo mismo, los jugadores contrarios tendrán que intentar ignorar el ambiente para ganar!
Volvía el ambiente, esa sensación ya olvidada de lucha, unidad, fuerza, fe, de que los goles del rival nos los metían a todos y que eran culpa de todos, no sólo de los que estaban en el césped.
¡Que afición! ¡Que tiempos aquellos!... Pero hubo un momento en que nos despistamos y todo cambió, se produjo un cansancio en la lucha por ayudar a nuestros hijos del que pensábamos que nos habíamos curado, repuesto, escarmentado. Y no es así. La autodestrucción es a veces tan tentadora... sobre todo cuando algo que debería ser colectivo, se articula individuo a individuo.
El equipo estuvo fantástico “con lo que hay”, se demostró que lo que falla no es el equipo. Pasamos por encima de un Alaró clasificado en la 4ª posición y que ni en su feudo ni aquí nos inquietó. El futbolista más importante ha sido siempre la afición, porque en el equipo puede haber jugadores con falta de visión, de ritmo y que acumulan desasosiego y cansancio, y eso se supera sólo con el apoyo del público como lo ha hecho hoy. ¡Se respiraba una sensación de unidad!
Animando y cantando se consigue que en determinados momentos el equipo saque fuerzas para irse hacia arriba, pero no se solucionan los problemas. Los males del Sporting nunca se han solucionado con canciones. Los de sobra conocidos males del equipo siguen estando ahí después de jornadas y jornadas de fracasos, y la afición sigue animando, pensando que algo va a cambiar con sus gritos. Hay veces que la solución no es cantar, sino pitar, protestar, renegar, silbar, rechazar. Es decir, demostrar el descontento para que algo cambie. Mientras se siga cantando, todo seguirá igual. (pensaran que todo nos da igual)
Porque más que tener una afición, hemos pasado a tener aficionados, cada uno de su hijo, con sus opiniones, sus actitudes, sus filias y sus fobias. Así es que cualquier cosa que se diga en general de la afición a mí ya no me vale demasiado. Simplemente hay padres que acuden a los partidos y cada uno lleva en su chaqueta una vida y una forma de ver las cosas.

Es lo que hay. (las primeras cosas que escribí, eran las crónicas de ambiente de los partidos de la temporada anterior) y ahora ya no, ya no. No hay nada que caracterice globalmente a los padres que acuden a los encuentros: Tan injusto es decir que la afición es animosa y va a muerte con el equipo como que es desagradecida y feroz. Se ha dejado de ser una masa compacta para desmigarse en facciones, en la apoteosis del liberalismo, cada uno tiende que tener su pequeña actitud propia, su pequeña filosofía de cómo ve al Sporting, cada uno forma una mini-peña de un componente.
Es, lamentablemente, el problema: No ir todos a una, permitir que la individualidad devore al colectivo (¡Divide y vencerás!), no sentir que el Son Caulelles sea un fortín al que se acude cada dos semanas en la búsqueda de la gloria. Justo lo que muchas veces le reprochamos al equipo nos pasa a los que deberíamos ser más Sportinguistas que ellos.
Yo pensaba que la afición no metía goles ni ganaba partidos pero a partir de hoy empezaré a dudarlo.

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